Levantó la vista de aquel viejo libro y entonces se dió cuenta. Toda su vida se resumía en eso, en dejar pasar el tiempo, en querer y olvidar, en ese momento rompió a llorar amargamente.
Nunca iba a tener el valor para atravesar las paredes de su alma, y justamente ahí, en ese preciso momento juró ante todos sus dioses y demonios que el miedo ya no ocuparía su lugar, en aquel amargo día se presentó la diferencia...
... Era el principio de su nueva vida.
Porque siempre hay esperanza...
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